LOS DEL contexto se delatan ellos solos, porque solo recurren a él para justificar las canalladas que hacen los suyos a los demás, no las que hacen los demás a los suyos. A genocidas del tamaño de Colón, Cortés y Pizarro se les justifica por el contexto, por la supuesta misión evangelizadora y civilizatoria, a pesar de que justo al lado de ellos tenían a Fray Antón de Montesinos, Fray Tomás de Ortiz o Bartolomé de las Casas, que superaron el contexto y llamaron a las cosas por su nombre. Sin embargo, ante invasiones como las que sufrió la península por parte de los árabes o los franceses, la manera de contar el relato en los libros escolares cambia: aquí no se dice que las invadidas eran culturas inferiores a las invasoras, no: aquí se hace ver de forma muy clara que tanto los árabes como los franceses eran malos-malos y asunto concluido. ¡Esa gentuza no tiene derecho al contexto!
Otro tanto sucede con el racismo galopante de Pío Baroja, que llegó a escribir que los hispanoamericanos eran “monos que imitan”; el de Ortega, que afirmó que el cerebro de los negros no alcanzaba la capacidad del de los blancos porque se les desarrollaba demasiado pronto, o el de Unamuno con los gitanos: racismos todos ellos que no son racismos para la españolidad, porque están justificados por un contexto (Gobineau, Lombroso, teoría de las razas…) donde “todo el mundo era más o menos racista”, olvidando, como siempre, que a personalidades como Emma Goldman, Bertrand Russell, Romain Rolland u otros muchos no les costó nada superar el contexto de la época.
Sin embargo, en una de esas acrobacias que tanto gustan de hacer los partidarios del contexto, cuando llegamos a la figura de Sabino Arana, que nació en la misma época (Unamuno en 1864, Arana en 1865, Baroja en 1872, Ortega en 1883), parece que ya no rigen las leyes del contexto: Sabino Arana era un racista asqueroso y punto. Y conste que, por una vez, estoy de acuerdo con los del contexto a los que enseguida se les olvida el contexto: Sabino Arana es uno de los racistas más repelentes que han existido. Igual que España tiene que hacer una profunda revisión de las raíces coloniales, antijudías y antimusulmanas de su pasado, yo no voy a considerar jamás a Euskadi como un lugar decente hasta que no realicen una rectificación de su pasado de los 130 últimos años, no solo del terrorismo etarra sino del nacionalismo en su conjunto, del que Sabino Arana es una de sus personalidades más infames, quien además dotó a Euskadi de su nombre y su bandera y fundó el PNV, que es el partido más reaccionario de Europa.
El racismo de Arana, con todo, no me hace olvidar el motivo de esta entrada. ¿Cuál es la razón de que lo de Arana sea racismo y en cambio lo de Baroja, Unamuno y Ortega sea solo “contexto”? La razón es que desde la españolidad el racismo contra los negros, los hispanoamericanos o los gitanos se mitiga, se silencia y hasta se justifica porque es un racismo hundido en las raíces de su historia que sigue perviviendo en su sociedad actual. En cambio el racismo de Sabino Arana, que tampoco se lo inventó él sino que estaba (y está) igualmente arraigado entre los vascos, se considera del todo inaceptable porque es un racismo contra los españoles, ¡hasta ahí podíamos llegar!