ESCRIBE AMÉRICO Vespucio a Pierfrancesco de Medici en una carta del 18 de julio de 1500, el subrayado es mío:
Y navegando por la costa, cada día descubríamos infinidad de gente y distintas lenguas, hasta que, después de haber navegado unas cuatrocientas leguas por la costa, empezamos a encontrar gente que no quería nuestra amistad, sino que nos estaban esperando con armas, que son arcos y flechas, y con otras armas que tienen: y cuando íbamos a tierra con los botes nos impedían bajar a tierra, de modo que nos veíamos forzados a luchar contra ellos, ya al fin de la batalla quedaban mal librados frente a nosotros, pues como están desnudos siempre hacíamos en ellos grandísima matanza, sucediéndonos muchas veces luchar dieciséis de nosotros con dos mil de ellos y al final desbaratarlos, y matar muchos de ellos y robar sus casas.
Dieciséis europeos podían con dos mil indígenas. Las flechas de los indígenas ni siquiera tenían la punta de metal. De esta bajunería eran las “hazañas” de los europeos en un continente que lleva el nombre de un genocida.